-
Mar Pineda Yuste
27/09/2023 13:24Categoría:Mujeres que conviven con una enfermedad o diversidad funcionalMi nombre es Mar, tengo 39 años y soy madre de un niño de dos años, Marcel. Marcel nació en agosto de 2021 tras un largo y duro proceso de infertilidad y de tratamientos. El parto fue inducido y acabó en cesárea de urgencia tras 27 horas de parto, dilatación completa etc. Cuando pensábamos que todo estaba en orden me ingresaron en UCI por preeclampsia grave post parto. Y así, en una línea y media, queda resumido tanto sufrimiento y tantas sensaciones porque todo acabó bien. Porqué Marcel es un niño sano y feliz. Porque en pocos días todo pasó, nos fuimos a casa y empezamos a vivir la vida de tres, la vida en familia por la que tanto habíamos luchado, llorado y medicado. El primer año de vida de Marcel no fue fácil a nivel logístico, de pareja, de conciliación laboral, de falta de descanso, de lactancia, de ser tres y no sólo nosotros dos... Pero junto a mi pareja, Ernest, y la alegría de Marcel íbamos aprendiendo a disfrutar de la nueva vida de personas cuidadoras, aprendimos a vivir a otro ritmo, al ritmo de Marcel. Olvidamos todo lo malo que nos sucedió al principio, nos quedamos con los buenos recuerdos y el aprendizaje y decidimos tener otro hij@. Yo estaba muerta de miedo por todo lo que había vivido, pero la ilusión de ser madre de nuevo me hacía relativizar los posibles riesgos a los que me afrontaba. Empezamos a planear mi nuevo embarazo de manera un poco distinta a la habitual: llamando a la clínica de fertilidad donde tienen nuestros embriones congelados, preparando la cita para empezar el proceso, analíticas previas, vitaminas previas y....de repente la vida! mi vida, nuestra vida, se detuvo y todo, todo, todo, cambió en un instante. En un instante no muy preciso, un instante hecho de pequeños instantes: el instante en que me encontré un bulto en mi pecho derecho mientras me duchaba, el instante en que me hicieron ecografía que acabó con biopsia, el instante en el que entré en la consulta de la ginecóloga y vi su mirada. Este último, el peor de todos, porque ya no podía seguir manteniendo la esperanza de que mi bulto no fuera nada grave. Ella me miró con una mirada estudiada para la situación, ensayada frente al espejo y frente a tantas otras mujeres que, como yo, habían recibido esa noticia, la noticia: Mar, no ha salido bien la biopsia. Tienes un Carcinoma Ductal Infilitrante. Y así, sola, sentada delante de una persona desconocida, mi cabeza empezó a pensar cosas estúpidas como: y como voy a tener yo cáncer de pecho si soy joven, si hice revisión hace 6 meses y no había nada, si nadie en mi familia ha tenido antes si.... Después de estas preguntas sin respuesta llegó el miedo, miedo a tener metástasis, que el tumor hubiera viajado a cualquier parte de mi cuerpo y ya poco se pudiera hacer. Tardé 7 días en saber que esto no había sucedido y que "por suerte" estaba localizado. Durante estos 7 largos días vi pasar mi vida por delante tal y como dicen, pero no mi vida pasada, la ya vivida si no mi futuro. El futuro que había imaginado junto a Ernest y Marcel. Las excursiones a la montaña, los veranos en la playa, las vacaciones en familia, las tardes al parque, los domingos en casa, ver crecer a mi hijo, ser madre de nuevo...Poco a poco el diagnóstico se fue concretando. Tenía un tumor en el pecho que era grande (5.5 cm) y de replicación muy rápida pero no había afectado ni a ganglios cercanos ni a otros órganos de mi cuerpo. Tenía que empezar quimioterapia para eliminar cualquier célula maligna que estuviera rondando por mi cuerpo, inducir la menopausia pues mi tumor es dependiente de hormonas, después cirugía, radioterapia,y más tratamiento hormonal. Y así estoy desde 29 de mayo de 2023 con quimioterapia, a punto de acabarla ya. Encontrándome mal casi a diario, visitas a urgencias por algún que otro susto, sin pelo en mi cabeza.Ser madre y paciente oncológica a la vez es duro y exigente. La quimioterapia te deja hecha un trapo pero tu hijo quiere seguir jugando y estando contigo. De las cosas que más me ha costado en este proceso han sido los momentos en los que he sentido que descuidaba a mi hijo para cuidarme a mi, bueno, porque no podía hacer otra cosa. No podía moverme por el mareo, por el malestar, por el cansancio extremo que provocan estos venenos. Me queda un largo camino para recorrer y considerarme libre de enfermedad. Será duro porqué el cáncer, aunque se cure, es una enfermedad muy dura. Una enfermedad que da miedo porque te puede matar antes de lo que tenías previsto, porque puede regresar en cualquier momento, porque los tratamientos son durísimos. Aun así sigo y sé que saldré adelante para poder vivir la vida que he soñado junto a Ernest, Marcel y el resto de personas hermosas con las que comparto mi día a día.
Las votaciones están cerradas.
Estas son las historias de las Malasmadres que han participado