-
Eva Morales García
26/09/2023 12:11Categoría:Mujeres que conviven con una enfermedad o diversidad funcionalAquí va mi historia…
Hace como un año comencé a seguir a @carmenitayoga porque estaba pasando por el mismo proceso que había pasado una de mis mejores amigas, @virginia_fdez.
Ambas pasaron por un linfoma y un trasplante de médula (en el caso de mi amiga fue un autotrasplante). La casualidad hizo que ambas fueran tratadas en el mismo hospital y que su ingreso durante el tratamiento fuera en la misma habitación. @carmenitayoga publicó un vídeo en el que se veía su habitación y mi amiga reconoció que esa había sido su habitación tiempo atrás, durante lo que describió como la peor experiencia de su vida, además, en plena pandemia, mientras todos estábamos confinados en casa, ella estaba aislada en esa habitación, muerta de miedo por lo que estaba por venir y además en la más absoluta soledad.
Cuando hace meses leía las publicaciones de @carmenitayoga no hubiera podido imaginar que el destino me tenía preparado algo similar.
El 16 de marzo de este año, me diagnosticaron un cáncer de ovarios. Llevaba unos días con ligeros síntomas de infección de orina y decidí pedir cita en un urólogo a través de mi seguro de salud privado. El urólogo me vio el 15 de marzo, me mandó hacer una ecografia, una RX y una analítica para determinar qué tratamiento poner para esa supuesta infección de orina.
Al día siguiente me hicieron las pruebas y el diagnóstico no se hizo esperar.
El cáncer de ovarios no da señales de su existencia hasta que está muy avanzado y en la eco se vieron claramente dos masas grandes, una en cada ovario y bastante líquido libre en toda la cavidad abdominal.
A partir de ese momento todo fue muy rápido. Me vio un ginecólogo que me explicó de una manera muy directa y sin rodeos a lo que me estaba enfrentando.
Yo estaba sola, mi marido en ese momento estaba en una reunión de trabajo fuera de Madrid (aunque por suerte no estaba muy lejos, en Toledo).
El ginecólogo me dijo que me esperaba quimio y una cirugía importante. Yo no podía creer lo que me estaba diciendo, había ido allí por una infección de orina y pocas horas después me estaban diciendo que tenía un 98% de probabilidades de tener un cáncer de ovarios, en estado avanzado y que lo que me esperaba era un largo camino de espinas. Le pedí que no siguiera hablando y que esperara a que llegara mi marido para que, ya estando él conmigo, nos volviera a contar a los dos todo lo que me había dicho a mi. Necesitaba que hubiera alguien conmigo cogiéndome de la mano para escuchar todo eso de nuevo.
Me hicieron un TAC ese mismo día en el HM Rivas, un hospital que habían inaugurado en noviembre de 2022.
El TAC reveló que no sólo había una masa en cada ovario sino que estaba extendido al peritoneo y había más zonas afectadas. Tenía lo que se conoce como carcinomatosis peritoneal.
Entonces llamé por teléfono a mi ginecóloga, que además de trabajar en una clínica privada, también trabajaba en la maternidad de O’donnell. Le conté lo que me estaba pasando, le envié el informe del TAC y al leerlo me dijo que agradeciera en ese hospital la rapidez con la que habían actuado pero que dada la gravedad del asunto, me fuera directamente a las urgencias de O’Donnell para que allí confirmaran el diagnóstico y pudiera comenzar a ser tratada a través del sistema público de salud.
Una semana después, y en vista de que todo iba a ir muy rápido por el estadio tan avanzado en el que estaba, decidí contárselo a mi familia, incluido mi hijo de 9 años. Esa fue la parte más difícil porque yo perdí a mi padre por un cáncer cuando él solo tenía 38 años y yo estaba a punto de cumplir los 8. Mi hijo sabe que su abuelo falleció de un cáncer y además, hace 4 años, también perdimos por esta enfermedad a mi cuñada, la hermana de mi marido, con 46 años, por lo que mi hijo al oír que su madre tenía cáncer, lo primero que hizo fue pensar en su abuelo y en su tía.
Traté de tranquilizarle diciéndole que mi cáncer era “pequeñito” y que yo me iba a curar, igual que se había curado Virginia (@virginia_fdez), la mamá de su mejor amigo.
Mi estado físico comenzó a deteriorarse rápidamente. La ascitis crecía muy rápido. Pasé de hacer una vida absolutamente normal a no poder apenas moverme por la inflamación que tenía.
El 29 de marzo me hicieron una laparoscopia explorativa en la que obtuvieron muestras del tumor y se le puso nombre. El bicho era un carcinoma seroso de alto grado. También extrajeron 4,5 litros de líquido de mi abdomen.
El 15 de abril me pusieron mi primer ciclo de quimio, una semana después más o menos comencé a sentirme mejor, mi cuerpo empezó a deshincharse porque la quimio comenzó a atacar al tumor y éste dejó de producir líquido.
El 9 de mayo llegó el 2º. Los dos primeros ciclos fueron razonablemente bien pero los siguientes ya fueron otra cosa…
El 31 de mayo llegó el 3° y después de ese ciclo me hicieron un TAC, el 15 de junio.
Para entonces ya me habían dado también los resultados de la analítica genética y por si fuera poco todo por lo que estaba pasando, me dijeron que era portadora del gen BRCA1… lo cual implica que tengo un riesgo elevado de tener un cáncer de mamá (60%), por lo que me recomiendan someterme a una doble mastectomia dentro de unos años, cuando me haya recuperado del todo de lo que tengo ahora.
La buena noticia llegó con el resultado del TAC. La quimio estaba funcionando y el tumor se estaba reduciendo considerablemente. El comité de tumores decidió que después del 4º ciclo, que fue el 22 de junio, había llegado el momento de la cirugía así que me dejaron un tiempo para reponerme de los efectos de la quimio y el 1 de agosto me operaron.
En el mes de julio enviamos a mi hijo al pueblo con mis suegros para que él no viviera de cerca todo esto. Regresó cuando yo ya estaba en casa y habían pasado los peores días del postoperatorio.
La cirugía fue muy bestia. Me abrieron desde el esternón hasta el pubis, 44 grapas. Me quitaron los ovarios, el útero, gran parte del peritoneo, el apéndice, la parte final del colón y el inicio del recto y otras cosas más que no sabía ni que existían (el omento menor y el epiplon mayor). En la misma cirugía me pusieron además quimioterapia intraperitoneal, que consiste de poner quimio directamente en el abdomen, a 40°C y dejarla actuar durante 1 hora.
Pasé 3 días en la UCI y 10 días más en planta. La quimio es muy dura, muchísimo, pero pasar por esta cirugía ha sido lo más difícil que he vivido jamás. Hoy es 26 de septiembre y aún me estoy recuperando.
El 12 de septiembre retomé la quimio ya que mi tratamiento constaba de 6 ciclos de quimio así que ya llevo 5 y la semana que viene, si mi analítica está ok, me pondrán el 6º y último.
Estoy aterrada con el último ciclo porque a partir del 3º los efectos secundarios han ido siendo cada vez peores, esto es acumulativo...
Todo el mundo me dice que ya sólo falta uno, que me enfoque en eso, en que estoy a punto de terminar (si es que terminar es algo que se consiga teniendo esta enfermedad…), y sí, trato de pensar que es el último pero sólo yo sé cómo serán los días posteriores y me aterra pensar en ello.
Desde el inicio de esta enfermedad he tratado de normalizarlo al máximo con mi familia y amigos. He hablado de ello en mis redes sociales, incluso publiqué vídeos del día que mi marido me rapó la cabeza. He tratado de mantener siempre una actitud positiva y optimista y realmente pienso que voy a salir de ésta, que me voy a curar y voy a poder ver crecer a mi hijo, que es lo que más me importa en esta vida. Pero también he aprendido que esta enfermedad te cambia la vida por completo, ya no volveré a ser la que era. El miedo se ha instalado en mi y sé que tendré que aprender a vivir con él sin dejar que me paralice.
El año que viene cumplo 50 años el 6 de mayo y mi madre cumple 80 el 2 de mayo. Ya estoy planificando un viaje familiar para celebrar nuestros cumpleaños y sobre todo para celebrar que sigo aquí y que espero seguir estando muchos años más.
Las votaciones están cerradas.
Estas son las historias de las Malasmadres que han participado