-
Zior Bilbao Astorquia
22/09/2023 18:46Categoría:Madres con hijos o hijas con enfermedades o necesidades especialesYo sabía que iba a ser madre. Lo que no sabía era que iba a ser madre de un niño con autismo.
Desconocía que la discapacidad entraría por la puerta de mi casa para quedarse, pero entró. Vaya que sí entró…
Al principio todos me llamaban loca, porque a diferencia de otras diversidades funcionales, el autismo es invisible para los que no se detienen a observar.
Mi hijo no tenía rasgos en la cara que delatasen su condición, pero yo lo veía a todas horas y en todas partes. El autismo estaba ahí, cada vez que lo llamaba y no se giraba al escuchar su nombre. Cada vez que llegaba a casa y no venía a saludarme. Cada vez que intentaba jugar con él y no encontraba el modo.
El autismo me robó los cinco lobitos, el corro de las patatas, el cucutras… pero todos insistían en que a mi hijo no le pasaba nada.
Hasta que un día, algo tarde…, llegó un diagnóstico de tres letras: TEA. Y con él, un montón de preguntas sin respuesta.
Nadie sabe decirte nada, porque en autismo nada es igual ni lineal.
No sé si algún día logrará adquirir el lenguaje, si tendrá amigos, o si podrá estudiar una carrera. Ni siquiera sé cuando dejará el pañal, cuando podré contarle un cuento, o si llegará el día que entienda que es su cumpleaños.
A veces me pregunto si algún día dejará de doler…
Una sigue sin acostumbrarse del todo al sonido estridente de las estereotipias de descarga, a no escuchar su voz, a las filas kilométricas que invaden la casa, o a los rituales de apagar y encender luces, apagar y encender; abrir y cerrar puertas, abrir y cerrar, abrir y cerrar…
Pero lo peor es este espacio invisible que la sociedad nos deja.
Esa incómoda sensación de tener que conformarte con las migajas, y encima tener que dar las gracias.
Los peores horarios en la piscina, la hora que no quiere nadie para ir a las barracas sin ruido…
Lo que más duele es la falta de comprensión. La soledad. La derechos cuando te dicen que no hay extraescolares para niños como el tuyo. La impotencia que sientes cuando te invitan a buscar otro colegio. Cuando no cuentan contigo para planes o te dejan de invitar a los cumpleaños.
Hay cosas que si no las vives no las entiendes. Pero tener un hijo autista moderado, no verbal… es algo así como si el mundo te diese la espalda y tú tuvieras que correr para alcanzarlo.
Pero, por muy rápido que corras, nunca llegas.
Las votaciones están cerradas.
Estas son las historias de las Malasmadres que han participado