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Jovana Reyes
20/09/2023 08:32Categoría:Madres con hijos o hijas con enfermedades o necesidades especialesMartin es un bebé que actualmente tiene casi dos años, es el menor de cuatro hermanos. Y es conocido por ser el 1%. Me quedé embarazada de él, sin esperarlo y ya venía con dos arterias de cordón umbilical y no 3, como solo ocurre en el 1% de los casos. Cuando nació, nos enteramos que tenía una fístula traqueosofágica que tuvieron que operarlo de urgencias a la semana de vida, y en el hospital que nos tocaba solo habían operado a 1% de bebés que nacían con este problema… aquí es cuando empieza nuestra historia. Una operación extremadamente delicada, donde podíamos esperar cualquier cosa para un bebé que había nacido con 2,600 y 46 cm. Y llega la operación y fue un auténtico éxito!! Que alegría! Nos volvió el alma al cuerpo…Martin es un bebé que nació con una asociación Vacterl, varias malformaciones pero sin síndrome asociado. Una de sus malformaciones era labio leporino, se supone que la operación más sencilla de todas, y ya habiendo pasado la más arriesgada, pues la verdad no teníamos miedo de esta que le tocó a los 3 meses y medio…
Martin aunque tiene varias malformaciones, ninguna grave, solo estéticas, iba a tener una vida completamente normal, hasta que llega el 7 de febrero y lo operan de la más “sencilla” la del labio leporino, que alegría nos dio, por fin no miraran raro a mi bebé…aunque he de confesar que amaba su sonrisa tal y como era…pues bendito 7 de febrero como nos cambió la vida…el toro que menos pensábamos que iba a costar torear fue el que nos mató en la plaza, salió mal la operación, Martin sin prepararnos y sin esperarlo acaba en la UCIP con respiración asistida y al poco una desentubación accidental que provoca una parada cardiorrespiratoria de 15 minutos que nos dejó a Martin por negligencia médica con parálisis cerebral, noches largas, preguntas amargas y el arrepentimiento de haberle llevado a operar, pero ahora amándolo, respetándolo y dándole gracias a él, por haber luchado tanto para vivir, porque aunque le hayan cambiado su vida, no le quitaron las ganas de vivirla. Somos una familia de corazón verde y muy orgullosos de este bebé tan bello que tenemos, por eso queremos que su historia traspase límites como la de los superhéroes, porque él es el nuestro.
(Esto es lo que suelo contarle a la gente para resumirlo sin entrar en drama)
Pero como mamá me hundieron, me cambiaron la vida, trastocaron mi familia. Se me cayó el pelo, engorde más de 20 kilos, lloraba siempre que hablaba del tema y apenas dormía por las noches preguntándome ¿por qué a mi? ¿Y por qué a él? Si lleve a mi bebé a un hospital donde debían de cuidarlo, porque me dieron a otro bebé que ni comer por boca podía.
Me enviaron pastillas depresivas, que en mi caso fue un desacierto porque me dejaba la mente en blanco pero aún con la tristeza en el pecho. Hablaba con personas que intentaban minimizar mi tragedia, sí, era una tragedia. Mis amigos se alejaron, yo me aislé de los pocos que me quedaban porque no quería aburrirlos con mis penas.
Hasta que un día me planteé gritar tan fuerte como pueda y que el mundo sepa lo que le hicieron a mi bebé por intentar cambiar su sonrisa. Así que aquí estamos, ya no estoy calva, he logrado bajar algo de peso, pero sigo llorando, aunque menos, aun me pesa el alma, esto será algo que siempre llevaré conmigo. Odio cuando me dicen que soy una mamá fuerte porque yo no quería ser una mamá fuerte, solo quería ser una mamá normal en casa con sus hijos. Y no tener que aprender a dar comida por botón gástrico, ni tener un aparato de aspiraciones en mi casa y menos un pulso que cada vez que él respira mal corro a conectarlo. Me levanto por la noche sobresaltada si escucho algún ruido porque desde ese día duermo con miedo, miedo de perder a mi bebé. Y bueno, esa soy yo. Ahora ya mejor, pero costó, mucho. Ya voy asimilando al mundo que me hicieron entrar, de golpe y porrazo.
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